Acabo de leer que hoy 19 de Octubre, ha sido el Día Mundial “contra el cáncer de mama”. Y a mí me rechina pensar que una persona pueda estar “en contra de un cáncer”.
Si el cáncer, como entidad -como conjunto de síntomas- pudiera expresarse, nos contaría que él no es el enemigo. Sino una estrategia biológica de emergencia para la supervivencia, un último recurso que el propio cuerpo adopta como respuesta a nuestros hábitos, que no tiene nada de aleatorio, ni de genético sentencioso, ni de mala suerte. Si el cáncer hablara, nos daríamos cuenta de lo absurdo que resulta decir que hay que combatirlo, lucharlo o ganarle la batalla.
Ganarle la batalla a un proceso que activa tu propio cuerpo en su intento de sobrevivir a tu estilo de vida (o al de tus padres durante toda su vida y durante la gestación), pensar que hemos ganado la batalla a un proceso porque desaparece «por un rato» en analíticas, mientras los hábitos que lo crearon persisten… ¿de veras?
Lo verdaderamente útil sería ganarle la batalla a nuestra gula patológica, para ganarle la guerra a la industria agro-alimentaria y a toda la comida basura que nos venden en bolsas de plástico en los supermercados, etiquetada no sólo como inocua sino como nutritiva. A ver si un día se reconoce el día mundial contra la coca-cola, contra los donuts, contra los fritos de bolsa y contra el glutamato monosódico, contra la carne, el pescado, contra los cereales, las legumbres y los lácteos. A ver si un día se reconoce el día mundial contra la sobrealimentación de la civilización. Ahí es nada.
Lo verdaderamente útil sería luchar contra la ignorancia médico-farmacéutica y contra la falta de vocación de muchos profesionales que, cómplices del fraude del contagio, de la idiotez de la infección y de otras tonteorías como la idea feliz de que la enfermedad es una lotería genética que nos deja vendidos y desamparados… atemorizan, amenazan e inducen a los pacientes a envenenarse con medicamentos, a practicarse amputaciones y carnicerías en nombre de la ciencia y a tratarse con química corrosiva como el que mata moscas a cañonazos con ese maldito negocio de la quimioterapia, la radioterapia, la hormonoterapia y todas sus terribles consecuencias, muchas de las cuales hoy descansan. Pero no en paz, porque no es natural irse antes de tiempo. Supongo que es menos traumático escuchar que te ha poseído un tumor y que necesita un cóctel químico a modo de exorcismo, a decirte la verdad: que estás podrido por dentro, con tus órganos y/o tejidos en estado de descomposición. Pero todo se paga: Dios perdona siempre, el hombre perdona a veces, la Naturaleza nunca. Las tiene todas apuntadas.
En la farsa civilizada, los arquitectos tapan sus errores con flores, los cocineros con salsas, los médicos los tapan con tierra. Y aun así todavía hay más personas “viviendo del cáncer” que muriendo de él, en este planeta.
Lo verdaderamente útil sería combatir la industria del consumo para el ocio recreativo socialmente aceptado, y estipular un día mundial contra el alcohol, contra la cocaína, contra el tabaco, contra los estimulantes y contra el tráfico de estupefacientes, sin distinguir que sea legal o ilegal cualquier cosa que destruya nuestra personalidad con sustancias artificiales alteradas. Al alcance de nuestra mano, de una u otra manera.
Lo más importante de todo sería vencer la pereza individual y por tanto la ignorancia colectiva con respecto al conocimiento del funcionamiento del cuerpo humano y reconocer de una vez la responsabilidad del individuo como artífice en su proceso de conservación del equilibrio, lo que incluye tanto enfermar, como revertir la enfermedad a través de la autocuración. Y que deja en nuestras manos no sólo la decisión de preservar nuestra salud, sino la capacidad de recuperarla y mantenerla.
Pero es más fácil ponerse un lacito rosa, y echarle la culpa a un pobre conjunto de células que se quedó sin oxígeno y tuvo que mutar, para sobrevivir. No hay organismo tan manso, que mal tratado, no se irrite.
Así que yo hoy no me pongo ningún lazo y digo que luchemos contra la falta de amor propio, contra la falta de autocuidado y contra el boicot y el maltrato hacia nuestros propios cuerpos al que nos tienen acostumbrados. Que luchemos. Con todas nuestras fuerzas. Todos los días.
Irene Bueno 🖤