Teoría de lo Absurdo, en la Práctica.
Me preguntan a menudo cuál es mi postura al respecto de las Enfermedades Contagiosas. Como resumen en una frase diré que La ENFERMEDAD NO EXISTE, lo que existe es el INDIVIDUO ENFERMO. Por tanto hay que curar al individuo, no a la enfermedad. Y todo individuo enfermo es un individuo INTOXICADO.
Por ampliar, desde mi punto de vista y por poner un ejemplo, ninguna gripe es una enfermedad contagiosa. La gripe, al igual que el catarro o el resfriado, es simplemente una crisis aguda de limpieza del organismo intoxicado, que utiliza sobre todo el aparato respiratorio para deshacerse de grandes cantidades de mucosidad y toxinas creadas en el tracto digestivo consecuencia de nuestra dieta civilizada y el entorno de la civilización (toxemia medioambiental, toxemia endógena por el estilo de vida, etc). Esta crisis aguda no ha sido detonada ni creada por ningún virus, ha sido generada por nuestra propia energía vital, ya que somos organismos vivos en busca de la supervivencia, y la acumulación de escorias es, simplemente, incompatible con la vida.
Todos los síntomas de una gripe responden a un organismo intoxicado, inflamado, saturado de mucosidad ácida pegajosa, repleto de toxinas y venenos que urge ser limpiado. La tos, la mucosidad, el dolor de garganta, el dolor de cabeza, los dolores musculares, la fatiga, la falta de apetito, la pérdida de olfato, la constipación o estreñimiento intestinal… cualquier configuración de estos síntomas gripales, implica inflamación y una masa de residuos que debe ser desalojada del organismo. Pero esa masa no la ha puesto ahí ningún virus, la hemos puesto nosotros, cada día, con la cuchara y el tenedor. A través de una dieta producida por la civilización y no por la naturaleza, una dieta formadora de mucosidad y de ácidos, con la que hemos formado una sangre sucia, que ha saturado nuestros cuerpos. De tal forma que cada cierto tiempo intentará ser removida y eliminada. Al menos mientras estemos vivos, ya que los muertos no se enferman ni se contagian de nada.
Un virus presente en los tejidos de un organismo es independiente de que pueda haber una crisis de limpieza como la gripe, por eso hay “POSITIVOS” asintomáticos y «NEGATIVOS» con síntomas. La causa de la gripe no es un microorganismo que viene de fuera y nos invade y nos hace enfermar. La causa es una materia mórbida que ya teníamos dentro gracias a todo lo que hemos comido, ya que es en el intestino donde se forma la sangre. Con una dieta sucia, tendremos una sangre sucia, por tanto unos tejidos sucios y por tanto un organismo saturado de residuos. Un virus sólo está presente en esa materia, porque esa materia existe. Pero un virus no crea la materia mórbida, simplemente acude a ella, como invitado de honor, si es un medio adecuado para vivir. Es decir, sin escoria no hay virus.
Entonces ¿por qué hay gente que se contagia? Bueno, por el mismo motivo que hay gente que no! Hay organismos, personas, que tienen suficiente mucosidad aparcada y acumulada, que tienen todavía suficiente energía vital como para que en tales condiciones -mal llamado sistema inmunológico- se dediquen a generar una crisis aguda de limpieza. Y hay otros organismos que no. Pero ni el detonante es el virus, ni existe el contagio. Un detonante puede ser el frío, que sacude nuestro sistema circulatorio inundado por sangre sucia y espesa provocando su limpieza de emergencia, o cualquier circunstancia que permita que el cuerpo tenga la oportunidad de eliminar.
Cuando se afirma que el mismo virus está presente en distintas personas, es correcto. Claro, porque no vivimos en burbujas! sino en un ambiente con, no uno, sino millones de virus y bacterias y microorganismos… que sólo se quedan en nuestro cuerpo si están cómodos y les proporcionamos “un hogar” y alimento adecuado para ellos. Por eso aislar y condenar un virus sirve exactamente para nada. Ellos son, además de inocentes, imprescindibles. En organismos sucios acampan a sus anchas, de hecho seguramente virus, bacterias, hongos y parásitos, acuden para ayudarnos a «comerse la escoria» y no ahogarnos en ella. Pero en organismos saludables, o mejor dicho con bajos niveles de escoria acumulada, forman parte de la vida, parte de nuestra propia inmunidad.
Así que menos tragedia, menos vacunas, menos mascarillas, menos gel hidroalcohólico, menos arrestos domiciliarios en forma de confinamientos por la salud, menos mentiras estadísticas sesgadas, menos medidas económicas y políticas disfrazadas de medidas sanitarias, menos negacionismo de la biología humana, menos secta de la medicina oficial, menos conspiración por no salirse del rebaño, menos terror pero sobre todo… menos tabaco, menos alcohol, menos drogas, menos medicamentos, menos estimulantes, menos alimentos formadores de mucosidad, es decir, menos carne, menos pescado, menos huevos, menos lácteos, menos cereales, menos legumbres, menos semillas, menos frutos secos, menos mezclas revientaestómagos, menos comidas, menos sobrealimentación, menos sedentarismo, menos respiración por la boca, menos radiaciones, menos agrotóxicos, menos limpiadores y cosméticos…
Y más. Más vida al aire libre, más actividad física, más y mejor descanso, más naturaleza, más respiración nasal, más ayuno, más lavativas, más purgantes y más frutas y vegetales en una adecuada Dieta de Transición.
Y más respeto, si tu miedo NO es el mío.