¿Es suficiente con el Ayuno Intermitente?

Ahora que se ha puesto de moda eso del comer dentro de estrictas “ventanas” o franjas horarias. Ahora que se habla (muy mal y muy tarde, pero se habla) del ayuno, de la autofagia (busquen en el diccionario!) y de las vías secundarias de obtención de energía como forma de vida y como herramienta mágico-pendeja para bajar de peso. Ahora, más que nunca, es urgente aclarar ciertos conceptos biológicos.

He perdido la cuenta ya de los amigos y conocidos que, sin haber estudiado previamente la biología de la digestión, la auténtica fisiología del cuerpo humano, se han lanzado a hacer dietas milagrosas, métodos del comer y del no comer con fines que tienen mucho que ver con la estética y con los resultados a corto plazo y poco que ver con la salud real. A todos ellos (ayuners, keto, paleo, low carb, low fat, vegan, raw vegan, fruitarian, y un largo etc.) sólo puedo decirles: estáis jugando con fuego. Pero de todos ellos, los primeros a los que me gustaría advertir es a aquellos que juegan al ayuno intermitente.

Aquellos que habiendo comido toda su vida 3, 4, 5 o más comidas diarias, haciendo a penas 8 horas de descanso sin comer (ya sabemos que, por lo menos en España, se termina de cenar a las 23:00 y se desayuna a las 8:00 de media) han pasado -de la noche a la mañana- a comer sólo 1 ó 2 veces al día, sin “orden” ni concierto. Sin conocimiento de lo que a medio o largo plazo esto puede suponer para su organismo. Para aquello mal llamado “metabolismo”. Si bien todo es relativo, no hay nada más relativo que la dieta. A estos auto-etiquetados bajo la presentación “Yo hago ayuno intermitente” me gustaría plantearles una pregunta:

¿Creen que es suficiente con el Ayuno Intermitente? Y me gustaría adelantarles una respuesta: Rotundamente NO.

La realidad del cuerpo humano y su enfermedad latente

Me gustaría empezar por dar un premio a la ingenuidad, para todos aquellos que sigan pensando que la dieta que llevan -la dieta de la civilización- es una dieta natural, fisiológica y producida por la naturaleza para la especie humana. Una especie de la familia de los monos frugívoros que después de millones de años de una dieta exclusiva de frutas y hojas verdes tiernas, experimenta, desde hace unos pocos miles de años, ingiriendo entre otras cosas: cadáveres en estado de descomposición, legumbres, cereales y semillas. Y sobrevive, no gracias a su dieta, sino a pesar de ella. En unas condiciones de salud que la misma civilización califica de “evolucionadas” por el simple hecho de que se fuerza a la vida a todo lo que nace, sea o no descartado por la naturaleza.

Este experimento dietético, sí sí, el de que “hay que comer de todo”, no es gratuito. Y estamos pagando día tras día sus consecuencias sin darnos a penas cuenta. En primer lugar, la frecuencia y las cantidades de comestibles que ingerimos mantienen nuestro Tiempo, nuestros Recursos (órganos digestivos) y Energía Vital, ocupados de forma casi constante en los procesos de Gestión de dichos comestibles. Esto retrasa la Eliminación cotidiana, ese pequeño gesto de “sacar la basura del organismo” que nos mantiene con vida y salud. Pues como organismo vivo, producimos residuos, que de no ser eliminados del organismo nos llevan a la acumulación, por tanto a la enfermedad y, con un poco más de tiempo, a la muerte. En segundo lugar, la forma en que comemos, los comestibles indigestibles que escogemos, las mezclas revienta-estómagos que hacemos, producen -de regalo- una serie de toxinas y venenos procedentes de una digestión tóxica, que se acumulan en órganos y tejidos junto con nuestras “armas de defensa” inmunológicas (mucosidad, ácido úrico, etc). Dañando nuestro ecosistema interior, haciendo de nuestra microbiota más una fauna enfermiza putrefactiva que una flora sana.

A los 20 años esto no pesa. A los 30 depende de nuestro estilo de vida. Pero tarde o temprano toda esa acumulación de escorias acaba por dar señales “de vida”. Es lo que llamamos Enfermedad Latente, o dicho de forma coloquial “que estamos podridos por dentro”. Pero vamos decirlo de forma más técnica, biológicamente hablando podríamos afirmar que ya sólo quedan dos tipos de humanos:

  • Los que ya están enfermos
  • Los que están por enfermar

¿Qué sucede cuando no comemos o cuando hacemos dietas y ayuno intermitente?

Cada cambio dietético, cada restricción alimentaria, implica -queramos o no- que el organismo cambie la cantidad de Tiempo, Recursos y Energía Vital que dedica a la Gestión de Alimentos. Tan pronto el cuerpo recibe un alivio de los hábitos alimenticios (ya sea por restricción de alimentos, por ampliación de horas de ayuno, etc), recupera un poco de capacidad eliminativa y comienza su ansiado proceso de eliminar los residuos acumulados TODA UNA VIDA con el fin -inteligencia somática, máxima sabiduría interior sin tener que hacer ninguna carrera universitaria- de mantenernos no sólo con vida, sino con calidad de vida. Con vida perfecta libre de toda enfermedad, es decir, libre de todo residuo.

Es decir, toques o no tu dieta, tu cuerpo siempre va a querer destinar cualquier mínima recarga o excedente de Energía en sus procesos de desintoxicación. Pero si además tocas la dieta, que es una gran fuga de Energía diaria, este proceso va a ser más rápido.

Sí, lo acabas de adivinar, la obesidad es una intoxicación y por tanto todo proceso de adelgazamiento es un proceso de desintoxicacón. Un proceso que al inicio suena a luna de miel, donde nos sube la energía y vemos con alegría el peso de la báscula reducirse. Pero una vez la cosa se pone intensa, profunda y empezamos a remover escorias químicas de un pasado no tan reciente, se hace insoportable y es por eso, que todas las dietas funcionan, pero todas las dietas fallan.

Embarcarse en hacer una dieta es -en la mayoría de los casos- someter al organismo a un proceso de auto-curación profundo, pero sin saberlo. Un proceso que ante el desconocimiento del individuo que lo practica, va a trompicones, o nos acaba dando grandes sustos, en la mayoría de los casos. Pero si además hablamos de Ayuno, de acumular horas de desintoxicación, de acumular inercia de desintoxicación, entonces la cosa es más seria y más peligrosa todavía.

Y aquí para no ponerme muy técnica, simplemente descubriré algo que me hubiera encantado saber hace muchos años y que jamás nos contarán en ninguna universidad, en ninguna facultad de ciencias, ni de nutrición, ni de medicina, ni de biología. Y sin embargo es muy sencillo de entender y comprobar: Los órganos tienen doble función. Cuando hay comida que gestionar, funcionan en la digestión (que no siempre implica asimilación). Pero cuando no hay comida que gestionar, su función se invierte, de tal manera que el intestino se convierte en una papelera donde el cuerpo -sin comer- vuelca y exprime todos sus deshechos de los tejidos. Los riñones se transforman en coladores de nuestra sangre y otros fluidos corporales a fin de aliviarlos de obstrucciones. El hígado hace las veces de central de neutralización de materia peligrosa. Los pulmones evaporan nuestras escorias en forma de gases tóxicos. Y si no tenemos suficiente con esos órganos, entonces la piel se vuelve un órgano más de eliminación de cualquier substancia dañina para nuestra supervivencia. Esta función inversa, no es precisamente algo ligero para el cuerpo, que ha acumulado durante décadas el residuo diario de nuestros hábitos antinaturales. Es más, se diría que en muchas ocasiones, los órganos trabajan mucho más sin comer, que comiendo.

¿Qué factores son imprescindibles para practicar el Ayuno Intermitente?

Comer sólo 1 o 2 veces al día crea una ventana de Ayuno en la que todos nuestros procesos de limpieza y regeneración se intensifican. Y lo hace sin un horario ni un plan específico que se pueda prever o concretar (aunque eso venda muchos libros) pues cada organismo tiene un plan de emergencia y de reparación distinto.

Cada vez que volvemos a comer, después de 14 o 16 horas de ayuno, o las que sean, estamos rompiendo un ciclo de desintoxicación. Estamos rompiendo un Ayuno. Estamos introduciendo comida, en un órgano (intestino) que durante muchas horas se ha convertido en un cubo de basura del organismo, por eso para practicar el Ayuno Intermitente no sirve cualquier dieta. La dieta ha de garantizar que esa escoria es barrida y eliminada del organismo. De otra manera, esos residuos pueden ser mezclados con las escorias, y una vez activada la digestión, serán digeridos y reabsorbidos, haciendo un problema mayor de autointoxicación. O por decirlo de otra manera: “Manolete, Manolete, si no sabes torear, pa qué te metes”. Por eso la primera comida después de un Ayuno Intermitente, no debe tener cualidades nutritivas que activen la digestión de azúcares (por ejemplo frutas), ni ensuciantes (por ejemplo proteínas como el huevo y almidones como el pan) sino laxantes y barredoras (vegetales crudos altos en fibra y vegetales cocinados, combinados con algunas grasas que aportan efecto lubricante y purgante como el aceite de oliva). Cosa que muy pocos Ayunadores Intermitentes tienen en cuenta, mientras miran con lupa desquiciados si una infusión rompe el ayuno, si un vaso de agua rompe el ayuno, o si tomarse una juanola de regaliz rompe el ayuno.

Por si fuera poco, y después de muchos años de práctica y observación, cuando llegamos al Ayuno Intermitente, llegamos con los intestinos bastante dañados. Éste órgano tiene la peculiaridad de ser un sufridor nato en silencio. Nunca se queja, así tengamos ya iniciada una úlcera, una hiper-permeabilidad, él sigue soportando -sin dar síntomas- nuestros excesos dietéticos como si nada. A veces forzados por la química de la infusión digestiva de turno o de la pastilla anti-ácido de turno. Pero si pensamos que nuestro intestino puede con todo y también con un proceso de desintoxicación de décadas de malos hábitos, entonces tendremos no uno sino dos premios a la ingenuidad. Los daños del aparato digestivo, así como los de todos los demás órganos que participan en la digestión, que no son pocos, son personales e intransferibles. Y es por eso, también, que para practicar el Ayuno Intermitente no sirve cualquier dieta. La dieta ha de garantizar que el intestino tiene tiempo y material suficiente, nutrientes esenciales asimilables como azúcares, vitaminas y minerales para ser regenerado. Pero lo más importante, el intestino debe dejar de recibir, de forma radical y contundente cualquier traza de todo aquello que le hace daño. Mucho daño. Y aquí tenemos una lista infinita, también personalizable pues no todo el mundo sufre las mismas intolerancias y sensibilidades (a veces no manifiestas) en las que podemos citar, en cabeza a los cereales, las legumbres, los lácteos, los abusos de proteína animal o incluso vegetal y todos los procesados. Por hacer un rapidísimo resumen. Sin olvidarnos de las mezclas ponzoñosas de las que presumimos en nuestras recetas.

No sólo eso, a veces nuestros órganos en sus horas de Limpieza no pueden con todo. Demasiadas décadas de escoria acumulada y adherida a nuestros tejidos provocando síntomas, almacenada en nuestras células alterando eso que llaman metabolismo, no pueden salir de golpe. Por ello para practicar el Ayuno Intermitente no sirve cualquier método. El método ha de garantizar que el tránsito intestinal es impecable así como garantizar el funcionamiento auxiliar de otros órganos, como la piel. Y sin intención de extenderme en la materia sólo diré que jamás practicaría, ni recomendaría a nadie la práctica del inocente “Ayuno Intermitente” si no fuera en un contexto de uso adecuado de purgantes, lavativas, actividad física, horarios de sueño y descanso naturales, sauna, baños de sal, baños de sol, uso de arcillas, ambiente libre de química tóxica (limpiadores, higiene corporal, cosmética, etc), entorno bajo en radiación (pantallas, microondas, wifi’s), alto contacto con la Naturaleza y el aire puro.

Decíamos que el motivo de nuestra Enfermedad Latente, a parte de no tener Tiempo suficiente para la gestión de Residuos, eran las digestiones tóxicas. Ciertas mezclas y cierto orden de ingesta de alimentos producen reacciones químicas realmente venenosas para nuestro organismo, pero -de nuevo- asintomáticas, pues el cuerpo en su infinita sabiduría todo lo compensa, y acaba por desarrollar tolerancia a lo que insiste. Como el fumador al cigarrillo y como el bebedor a su copa de vino. Y es por eso, más que por nada en el mundo, que para practicar el Ayuno Intermitente no sirve cualquier dieta. La dieta ha de garantizar que el orden de ingesta de los alimentos es el adecuado (por tiempos de digestión, colocando lo más rápido al inicio, lo más lento al final) y además, que las combinaciones de alimentos en cada comida es la adecuada (evitando mezclar en una misma comida alimentos que requieren jugos gástricos o Ph incompatibles con otros, por ejemplo Almidones con Proteínas, Almidones con Almidones, Proteínas con Proteínas, Almidones con Ácidos y Almidones con Azúcares). Sólo de esa manera podremos hacer una Transición Dietética personal e individualizada, en la que ir eliminando muy poco a poco los alimentos ensuciantes, los alimentos mucoproductores (almidones y lácteos) y los alimentos formadores de ácido úrico (proteínas animales y también vegetales) pero evitando una intoxicación masiva a través de su digestión mientras los sigamos utilizando, de forma estratégica. Se acabó el pan con queso, la tortilla de patata, el pan con tomate, el pan con mermelada, la paella de marisco, el filete con patatas, el pan con jamón…

Como ya podemos adivinar, esto no es una dieta, sino un estilo de -por- vida. Es una forma de anticiparnos a las tareas de limpieza y regeneración que el cuerpo tarde o temprano emprenderá para mantenerse con vida, pero de forma anticipada, con lo que tendremos más oportunidades de éxito y de llevar el proceso con cierta dignidad. Sin embargo no todos los organismos tienen las mismas oportunidades, ni comienzan desde el mismo punto de partida. En ocasiones, ni con todas las terapias de apoyo a la limpieza del mundo, lograremos dar a basto, con nuestros órganos diseñados por la naturaleza para una dieta frugal, a poder eliminar todo lo que el Ayuno Intermitente disuelve y desprende. Por eso para practicar el Ayuno Intermitente no sirve cualquier sistema. El sistema ha de garantizar que hay periodos para ponerse al día con los Retrasos en la Eliminación y esto sólo se puede lograr mediante periodos más largos de ayuno, conocido como El Ayuno Terapéutico. Pongamos como ejemplo, practicar ayuno intermitente a diario y en los meses más fríos hacer de 1 a 3 días de ayuno al mes de caldos, en los meses más cálidos, hacer 1 día por semana o 3-5 días por mes de limonada ligera o zumos verdes.

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En resumen, aquí dejo los 5 imprescindibles para practicar el Ayuno Intermitente:

  1. No abusar de bebidas durante las horas de Ayuno, esas horas son para que el riñón trabaje en tareas de limpieza, no en tareas de gestión de líquidos. Y muchísimo menos café.

  2. Evitar los estimulantes y excitantes (cafés, tés, chocolates, cacao, exceso de proteína… por muy “eco” que sea). Así como suplementos, complementos y medicamentos innecesarios.

  3. Escoger una Dieta de Transición adaptada al individuo que sea lo suficientemente saciante sin abusar de cantidades, apetitosa a la vez que sencilla y a la vez que barredora, bien ordenada y bien combinada para evitar digestiones tóxicas, más allá de lo que pueda ensuciar alguno de sus elementos de forma aislada (generalmente Almidones que producen mucosidad y Proteínas que producen ácido úrico). Ahí se recomienda el Estudio del Sistema Curativo por Dieta Amucosa de Arnold Ehret junto con la Correcta Combinación de los Alimentos de Herbert Shelton.

  4. Utilizar Terapias de Apoyo para facilitar el trabajo de eliminación y regeneración a los órganos durante las horas de ayuno a través de: Purgantes, Lavativas, Actividad Física, Baños de Sal, Baños de Sol, Arcillas, Sauna, Buen Descanso, Ambiente bajo en química tóxica (limpiadores, higiene corporal, cosmética, etc), entorno bajo en radiación (pantallas, microondas, wifi’s), alto contacto con la Naturaleza y el aire puro.
  5. Practicar el Ayuno Terapéutico Prolongado con frecuencia para ponernos al día con tareas atrasadas de eliminación en un modo seguro en el que no estamos interrumpiendo, aunque fuere cada 24 horas, estas tareas con comida.

Irene Bueno 🖤



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