The Party is Over ⚡️

Es verdad que la mayoría aterrizamos en esta vida con un abundante saldo de energía, de vitalidad y de salud, lo que nos permite, por un tiempo, resistir y sobrevivir con cierta dignidad, a pesar de unas costumbres y unos hábitos muy alejados de todo aquello para lo que fuimos diseñados en origen. 

Pero nada dura eternamente… y ese margen, que suponíamos inagotable, ese margen que te ha permitido vivir a lo grande durante tus primeras décadas como si no pasara nada, como si fueras a poder vivir a tope para siempre y como si tu cuerpo pudiera con todo, simplemente se ha terminado. Siento mucho ser yo quien te lo diga. Ahora rozas los 40, o los 50 me da igual, y de alguna manera todo lo que soportabas sin pestañear a los 20 ó 30 años: comida civilizada, drogas, fármacos, alcohol, tabaco, estrés, deporte abusivo, noches sin dormir,… ahora te cae como una patada en el culo.

Quizá tu cuerpo se ha saturado y ha iniciado una guerra contra el bienestar artificial ficticio en que creías vivir, ahora te sientes enfermo, débil, con suerte nadie sabe lo que tienes, con menos suerte te endosan un diagnóstico y un tratamiento paliativo de alivio que sólo empeorará las cosas a largo plazo. A lo mejor crees que sólo digo tonterías, que no es tu caso, todavía, y te sientes muy bien a costa de estar sostenido y parcheado con estimulantes y distracciones que obstaculizan el proceso natural de desintoxicación de este infierno civilizado en el que hemos nacido, en el que hemos crecido, en el que algunos se han reproducido y en el que inevitablemente, vamos a morir.

Déjame decirte que todo lo que te ocurre, incluyendo eso que llamas “envejecimiento” y que crees normal, incluyendo eso que llaman “achaques de la edad”, incluyendo todo lo que te resignas a padecer porque le pasa a todo el mundo, incluyendo ese estado anímico de mierda que te hace ser insoportable, o una histérica de mierda, o un triste de la vida, o un amargado irascible o simplemente un apático sin sangre en las venas, no es otra cosa que tu organismo intentando eliminar los residuos de las fiestas que te has pegado. Y no me refiero a una Rave de Techno hasta las cejas de éxtasis o LSD (que también). Simplemente ha sido cada cigarrillo, cada paellita, cada pizza, cada coca-cola, cada barbacoa, cada cervecita, cada vinito, cada porrito, cada pastillita para el dolor, cada cafecito, cada trocito de pan, cada sobreentrenamiento forzando los tejidos de un cuerpo obstruido, cada logro deportivo a expensas de la hiperventilación, cada noche sin dormir, cada vasito de agua del grifo petada de cloro y flúor, cada acto de higiene corrosiva casi imprescindible para un cuerpo pestilente en estado de descomposición crónico interior a través de geles, champús, acondicionadores, desodorantes, cremas hidratantes, maquillajes, pastas de dientes, colutorios…, cada fucking minuto de exposición a las radiaciones del secador, del microondas, de las pantallas de tu ordenador, de tu televisor y de tu móvil, cada pensamiento negativo generado por sangre tóxica envenenada desde tu intestino, cada intercambio de energía negativa con el exterior, con ambientes podridos en muchos sentidos, cada respiración de aire impuro contaminado de ciudad, y un largo etcétera.

Con todo eso circulando por tus venas, con todo eso aparcado en tus entrañas, de veras te parece injusto estar enfermo? hacerte viejo? estar muerto en vida? A ti te sorprende sentirte mal. A mí me sorprende que sigas vivo.

Pero yo no estoy aquí para convencerte de nada, tu cuerpo lo hará por mí y recordarás estas palabras hasta que te mueras. Tu organismo gritará, hasta dejarte sordo, que la fiesta se ha terminado. Tarde o temprano te mirarás al espejo y verás un Game Over en un luminoso en toda la frente. Te llevarás las manos a los bolsillos y no te quedarán monedas para más partidas. Y como no eres un gato y no tienes siete vidas, no te quedará más remedio que tirar para delante en ésta vida, en ésta partida y con éste cuerpo que te has “currado”. Teniendo en cuenta que hasta ahora además, has hecho un juego de mierda, te va a costar remontar. Si acaso es posible.

Y cuando por fin, por las malas (sustos, dolor y sufrimiento mediante) aceptas la realidad, encima quieres negociar. Pero ya es tarde.

Quieres ir despacio y sin agobios, cuando no te queda tiempo. Quieres ser flexible y meter tus vicios con calzador en una biología que ya no puede más. Y que jamás negocia. Quieres concesiones que no te mereces porque tú nunca hiciste ninguna. ¿Por un poquito no pasa nada? MENTIRA. Quieres seguir haciendo casi lo mismo y tener resultados distintos. Rechazas soluciones radicales y hasta te burlas de ellas, pero tus problemas son reales, graves, agudos o crónicos y hasta oficialmente incurables.

Se acabó buscar culpables, se acabó no asumir responsabilidades y tirar balones fuera. Las excusas jamás curaron a nadie de nada. Y no, no es tu genética. No, no es tu metabolismo. No, no es el estrés. No, no es mala suerte. No, no es emocional. Es tu cuerpo en pie de guerra. Reclamando su pureza, aunque ello le cueste tu último aliento.

Se acabó buscar soluciones fuera. Da igual que busques la pastilla mágica en la farmacia, en el herbolario, en un retiro de ayahuasca o en una terapia de sanación cuántica mágico pendeja. Si no miras DENTRO de ti, y sacas lo que te obstruye, lo que te resta vitalidad, si no DEJAS DE HACER, no hay salida. No importa lo que hagas si no haces lo que importa. Yo sé, que NO ACTUAR es una forma muy difícil de actuar, pero es la llave universal que abre todas las puertas.

A lo mejor tu solución era AYER… y hoy ya no quedan más que oportunidades de llevar ésto con la mayor dignidad posible. Es triste darse cuenta que NO enfermar hubiera sido tan sencillo, pero que curarse, puede llegar a ser muy complicado, a veces rozando lo imposible.

No lo sabrás hasta que lo aceptes. ¿Aceptas un consejo? Plántate. Da un golpe de estado a tu comodidad. A tu ego fantasioso de mierda que cree merecer todo lo que no se ha trabajado. Quiérete un muchito. Date la oportunidad de descubrir qué nueva versión de ti mismo te espera a la vuelta de esa esquina que te da tanto miedo doblar. Por amor de Dios todo eso a lo que te aferras es escoria. Sé libre, aunque sea lo último que hagas en tu vida. Simplifica, disfruta del camino, con sus tormentas y sus piedras. Jamás desistas porque vale más una vida de entrega a la verdad, que una vida dormida en la mentira. Recuerda que no cambia su vida el que está enfermo, sino el que quiere curarse. No cambia su dieta el que quiere perder peso, sino el que quiere perder el miedo a cambiar todo lo demás. No ayuna el que quiere un reposo digestivo, sino el que quiere una paliza agotadora para sacar de su cuerpo al mismísimo Satanás. Y cualquiera que haya ayunado conmigo sabe que no estoy delirando. Que tenemos fotos, vídeos y testimonios del susodicho Belcebú. Ah! y un 0% de probabilidades de que nadie nos saque de este “delirio”.

Y si tienes la suerte de leer esto antes de haber agotado tu tiempo, tus tejidos y tu vitalidad, recuerda las palabras de Séneca, cuando dice: Procúrate la satisfacción de matar tus vicios antes que ellos te maten a ti.

Es decir, no se trata de que te pongas a comer frutas y ensaladas como pollo sin cabeza. Se trata de que DEJES DE HACER un montón de cosas que te están destrozando la salud. Deja el alcohol, deja el tabaco, deja las drogas, deja los fármacos en la medida de lo posible, deja los cosméticos, limpiadores, radiaciones, deja el sedentarismo, deja el sobreentrenamiento, deja de dormir mal en horarios de mierda. Deja de comer fuera, deja de comer a todas horas, deja los alimentos más nocivos (tú sabes cuales son). Se trata de que de una vez por todas identifiques, aceptes y reconozcas tus vicios, y los más difíciles de todos: los vicios dietéticos. A menudo camuflados estratégicamente bajo el cartelito de «Comida Saludable» (Hola!)

 


 

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